Nos situamos en marzo de 2008. Tras una reunión en la Sierra de Baza con diferentes responsables de centros de visitantes, profesionales del turismo de naturaleza y gestores públicos en Andalucía, se me encomienda diseñar una actividad en el Parque Natural de la Sierra de Andújar que tenga mucha repercusión pero bajo impacto ambiental. Me pongo manos a la obra, y días después, presento un documento con varias posibilidades, entre ellas, la que paso a relatar. Fue la elegida por los responsables de la idea.
La actividad en cuestión sé desarrolló dos meses más tarde, después de muchos calentamientos de cabeza, desavenencias, malos entendidos, e incluso, amenazas y demás cuestiones (algunas de ellas todavía perdurables, que un día no muy lejano, contare con pelos y señales).
La velocidad era idónea para poder admirar desde el cielo toda la ciudad. Íbamos a unos diez kilómetros por hora, a esa velocidad casi no te mueves, por lo que hay que buscar, subiendo o bajando, nuevos flujos de aire que te lleven más rápido.
No pretendo dar lecciones de aeronáutica, solo es para situaros, y lo poco que sé, lo he aprendido de esos magníficos pilotos que nos hicieron disfrutar de dos días de cine, en Andújar y su Sierra.
La actividad en cuestión sé desarrolló dos meses más tarde, después de muchos calentamientos de cabeza, desavenencias, malos entendidos, e incluso, amenazas y demás cuestiones (algunas de ellas todavía perdurables, que un día no muy lejano, contare con pelos y señales).
Y llegó el día en el que comenzamos la actividad:
Iniciamos nuestra aventura con un primer día de pruebas en Andújar, amanecía en la ciudad mientras nos disponíamos a descargar todos los materiales, justamente, en la zona donde normalmente se instala el mercado ambulante, de hecho, era martes 10 de junio y por tanto día de “mercadillo”. Los más madrugadores que paseaban por allí, seguramente pensarían, “donde irán estos con tanto remolque, con esas lonas tan inmensas que están estirando en el suelo, y esas canastas tan grandes de mimbre”.
Yo estaba muy ilusionado, quizás un poco aturdido por no saber muy bien donde prestar mi ayuda. Para mí, al igual que las personas que nos observaban un tanto perplejas, era la primera vez.
Pero de manera que se iban colocando las piezas en su sitio, se empezaba a adivinar lo que iba a pasar. Unos ventiladores bastante potentes y de gran tamaño, metían aire en esas lonas tumbadas en el suelo, y que según me dijeron aquellos que me acompañaban, se llamaban velas. Estas a su vez estaban atadas a unas enormes cestas de mimbre y otros materiales volcadas en el suelo, y en uno de sus lados, varias botellas de propano.
Pero de manera que se iban colocando las piezas en su sitio, se empezaba a adivinar lo que iba a pasar. Unos ventiladores bastante potentes y de gran tamaño, metían aire en esas lonas tumbadas en el suelo, y que según me dijeron aquellos que me acompañaban, se llamaban velas. Estas a su vez estaban atadas a unas enormes cestas de mimbre y otros materiales volcadas en el suelo, y en uno de sus lados, varias botellas de propano.
De manera que se iba metiendo aire, esa vela empezaba a tomar forma, a erguirse, y cuando estaba lo suficientemente llena, buscaba la verticalidad del suelo, mientras Arturo, nuestro piloto, ayudaba con aire caliente para que terminara de ponerse derecha y en posición de vuelo. Acabábamos de prepararlo todo. Iba a comenzar nuestro viaje en Globo Aerostático. Un viaje que sin duda nos haría disfrutar (y de lo lindo) de las primeras horas de la mañana, sobrevolando mi ciudad, Andújar.
El Globo donde yo viajaba estaba listo. Mientras, justamente frente a mí, otros dos globos, hacían la misma maniobra. Todos preparados, y ante el asombro de los que por allí deambulaban, empezábamos a despegar del suelo. Fue una sensación única, de libertad, alegría y regocijo.
El Globo donde yo viajaba estaba listo. Mientras, justamente frente a mí, otros dos globos, hacían la misma maniobra. Todos preparados, y ante el asombro de los que por allí deambulaban, empezábamos a despegar del suelo. Fue una sensación única, de libertad, alegría y regocijo.
Durante un momento, permanecí callado, y no de miedo ni mucho menos, pero aquella agitación y emoción mientras observaba la ciudad que me vio nacer desde el más favorecido de los lugares, fue más que impresionante. No sé si fue la adrenalina o las ganas con las que acometí aquella aventura; lo que si os garantizo es que fue mágico. El sol de la mañana nos acariciaba la cara con suavidad y como no, nos sentíamos espectadores de excepción, sin duda alguna, éramos privilegiados.
La sensación era magnífica, ya que cuando sopla el viento, ya fuese suave o fuerte, solo notaba que viajaba a más o menos velocidad. Realmente, el globo se mueve dentro de ese flujo de aire.
La velocidad era idónea para poder admirar desde el cielo toda la ciudad. Íbamos a unos diez kilómetros por hora, a esa velocidad casi no te mueves, por lo que hay que buscar, subiendo o bajando, nuevos flujos de aire que te lleven más rápido.
No pretendo dar lecciones de aeronáutica, solo es para situaros, y lo poco que sé, lo he aprendido de esos magníficos pilotos que nos hicieron disfrutar de dos días de cine, en Andújar y su Sierra.
Fuimos sobrevolando Andújar de Este a Oeste, y la verdad; cómo cambian las cosas desde allí arriba. Los lugares parecen distintos cuando cambias la perspectiva desde la cual observas.
Después de aproximadamente una hora de vuelo, empezamos el descenso. Mi mente pensaba ya en el próximo día, porque esta es una de esas ocasiones que sabes a ciencia cierta, que lo próximo superará a lo anterior con creces.
El día siguiente, era el día grande, no podía olvidarse ni un detalle, de la misma forma que se planifico todo, debía salir. Venían medios de comunicación a tomar buena nota del viaje y de lo más espectacular, la Sierra de Andújar a Vista de Pájaro. Medios regionales andaluces y otros de ámbito nacional se darían cita para cubrir toda la noticia.
Si el primer día estaba exaltado por la sensación de vuelo, el segundo más que de volar, que indudablemente es toda una experiencia, era por lo que iba a tener la oportunidad de ver desde el cielo, el parque natural Sierra de Andújar.
Pero toda esa nueva experiencia, será motivo de una nueva entrada en este blog, entre tanto, espero hayáis pasado un rato agradable leyendo mi experiencia, que realmente es solo un pequeño capitulo de toda una historia, que prometo seguir escribiendo. Comenzamos “LA ROMERÍA DEL AIRE”.
El día siguiente, era el día grande, no podía olvidarse ni un detalle, de la misma forma que se planifico todo, debía salir. Venían medios de comunicación a tomar buena nota del viaje y de lo más espectacular, la Sierra de Andújar a Vista de Pájaro. Medios regionales andaluces y otros de ámbito nacional se darían cita para cubrir toda la noticia.
Si el primer día estaba exaltado por la sensación de vuelo, el segundo más que de volar, que indudablemente es toda una experiencia, era por lo que iba a tener la oportunidad de ver desde el cielo, el parque natural Sierra de Andújar.
Pero toda esa nueva experiencia, será motivo de una nueva entrada en este blog, entre tanto, espero hayáis pasado un rato agradable leyendo mi experiencia, que realmente es solo un pequeño capitulo de toda una historia, que prometo seguir escribiendo. Comenzamos “LA ROMERÍA DEL AIRE”.
Llanos del Sotillo |
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Tiene que ser toda una experiencia verlo todo como si estuvieras volando ufffffffff
ResponderEliminarDebe ser toda una experiencia, aunque yo no se si me atrevería,unas fotos buenísimas, estoy deseando ver las del siguiente vuelo.
ResponderEliminarLola, realmente es una experiencia única, te cambia mucho la perspectiva de las cosas y eso hace que disfrutes el doble. Como todo, solo es cuestión de probarlo, vale la pena.
ResponderEliminarToni, seguro que te atreverías, no hay vértigo, no hay sensación de altura, ni movimientos extraños, se disfruta muchisimo. Esta todo preparado para que sea un viaje inolvidable.
El siguiente vuelo? es mucho más alucinante, ya verás.
No sé porque, pero creo que antes de que termine el año, voy a volver a ver Andújar desde las alturas.